15 de noviembre de 2010

Médicos del Centenario III: Rafael Cravioto Pérez

Muchos habitantes de la colonia Portales aún recuerdan el famoso sanatorio del doctor Cravioto. En la Biblioteca Central de la UNAM encontré una tesis que, me parece, es de él: "Los establos, sus condiciones higiénicas y reglas que sirven para evitar la infección de la leche. Tesis que para obtener el título de Médico Cirujano, presenta Rafael Cravioto". El documento consta de cuatro folios y está fechado en 1909.

Rafael Cravioto Pérez fue hijo de Miguel Simón Cravioto Pacheco (1845-1906) y Joaquina Pérez y  todo parece indicar que fue el primero de los muchos médicos de la familia Cravioto.



La fotografía que ilustra esta nota proviene del Archivo Casasola y se reproduce en el libro La vida y la muerte en tiempos de la Revolución, de José Luis Trueba Lara. El contexto de la imagen corresponde a una descripción de cómo se atendían los partos en 1910, pero no habla del doctor Cravioto.

Médicos del Centenario IV: Adalberto Cravioto Meneses, 1913-2010

El siguiente artículo fue escrito por el licenciado Jorge Cravioto Galindo.

El jueves 28 de enero [de 2010] dejó de existir el doctor Adalberto Cravioto Meneses a la edad de 97 años. Una vida plena que se inició en la Ciudad de Pachuca el 19 de enero de 1913 y concluyó en la capital del país.



Don Adalberto cursó la educación básica en el Instituto Científico y Literario de su ciudad natal, para luego partir hacia el Distrito Federal con una beca del Gobierno del Estado que le permitió convertirse en médico cirujano por la Universidad Nacional.

El doctor Cravioto era un hombre inquieto y un luchador incansable, siempre en búsqueda de retos mayores y nuevas fronteras que vencer. Marchó al Norte y se estableció en la región lagunera, donde encontró su vocación de servicio. Ahí, como médico rural tuvo la oportunidad de apoyar a las comunidades marginales de la zona, con un gran sentido humano y una absoluta filantropía.



En Torreón construyó no sólo un prestigio personal, sino que puso los cimientos para desarrollar una familia.

Sus capacidades fueron más allá del estado de Coahuila y pronto recibió una invitación del presidente Ruiz Cortines, para incorporarse a las tareas nacionales de la salud pública, teniendo la oportunidad de apoyar en todo el territorio mexicano a sus queridas comunidades.

Pero nunca olvidó Pachuca, su casa en Zempoala, sus muertos descansando en Téllez y a la parte de su familia que había quedado por estos rumbos de la geografía nacional.

Su ilusión de regresar se cumplió, no sólo para tener encuentros y recuerdos, sino para servir como presidente municipal, como representante ante el Congreso de la Unión y finalmente como jefe de los Servicios de Salud Pública.



Don Adalberto incursionó en la política hidalguense no para enriquecerse, no para disputar el poder político y menos para restaurar un viejo cacicazgo del siglo XIX. No, el doctor Cravioto Meneses regresó para servir, para coadyuvar en la atención de las graves necesidades que tienen parte de los pobladores del estado, con la visión de organizar a las comunidades rurales, para que independientemente de las políticas públicas, tuvieran la capacidad de autogestión que les permitiera resolver sus problemas más urgentes.



Beto o Tere como familiares y amigos le decían cariñosamente, no es sólo una biografía más, ya que fue protagonista de un siglo de enormes transformaciones. En 97 años pudo presenciar el cambio del México revolucionario a la construcción de instituciones y la modernización nacional. Vivió los avances tecnológicos: del caballo a los transbordadores espaciales, del telégrafo al ipod, de la pluma y el papel a la computadora.

Fue también testigo de las enormes transformaciones mundiales: la revolución rusa, dos guerras mundiales, la guerra fría, la caída de las ideologías, el neoliberalismo, la llegada a la Luna y un largo etcétera.

Para quienes lo acompañamos en vida y tuvimos la oportunidad de apoyarlo hasta sus últimos minutos, su partida es motivo de tristeza, pero también motivo de satisfacción al reconocer en él a un triunfador, a un hombre bueno que se va sin pendientes porque aprovechó cada instante de su vida para dar y construir. Su herencia es el ejemplo de vida que deja, para quienes continuamos tratando de aportar a la edificación de una realidad más amable.

Se fue satisfecho y con la frente en alto. Cumplió como servidor público, como político, como esposo, como padre y como hombre nacido en “la ciudad de las calles quebradas y los hombres rectos”.

¡Hasta pronto papá!


Adalberto Cravioto Meneses fue hijo del coronel Alberto Cravioto Galindo y la señora Zeferina Meneses León; nieto de Adalberto Cravioto González y Concepción Galindo; y bisnieto del general Rafael Cravioto y la señora Rafaela González.

Médicos del Centenario V: Joaquín Cravioto Muñoz, 1922-1998

Joaquín Cravioto Muñoz, médico y científico, fue pionero en la investigación sobre desnutrición infantil y sus secuelas. Su trabajo, desarrollado en la segunda mitad del siglo XX, contribuyó al establecimiento de medidas preventivas, así como de tratamiento y rehabilitación. Para conocer los efectos de la desnutrición en el desarrollo de la persona, en la década de los 60 del siglo XX, Cravioto inició un estudio que dio seguimiento por más de 20 años a un grupo de 334 niños nacidos en un mismo año en Tlaltizapan, Morelos, contrastando a quienes sufrieron desnutrición grave con un grupo control. En 1984, España reconoció con el Premio Reina Sofía de Investigación a Joaquín Cravioto, por su trabajo Nutrición, desarrollo mental, conducta y aprendizaje, realizado en colaboración con el doctor Ramiro Arrieta. El siguiente artículo, escrito por el doctor Francisco Hernández Orozco, abunda sobre esta investigación así como sobre la biografía de Joaquín Cravioto.



Dr. Joaquín Cravioto Muñoz

Dr. Francisco Hernández Orozco

Conocer el pasado de una persona es necesario para comprender y acercarnos a una explicación de la trayectoria de su vida. Las circunstancias que rodean su acción cotidiana y su proyecto de trabajo tienen la huella de su genealogía, del medio en el que creció, de su educación y sobre todo de la constancia y creatividad de su trabajo. Lugares y acciones son señalamientos que identifican a una persona. Son parte de su patrimonio y de su herencia. A veces son su símbolo.




Tlaltizapán (Sobre la Tierra Blanca), cuyas raíces etimológicas provienen del náhuatl: tlal-tli, "tierra"; tiza-tl, "polvo blanco" y pan, "sobre" o "encima", parecen predecir con todo y su glifo la llegada de un hombre nacido en Pachuca, que en la misma lengua se origina de las raíces Pacho aca o Pachoa can, que significa "lugar donde se gobierna" o "lugar estrecho" o quizás de Patl achiuh acan, que significa "lugar de plata y oro".

Ese hombre, médico, escaló la montaña del símbolo de Tlaltizapán al ampliar (del habitante y del lugar) su estrecho horizonte. Enriqueció “La Tierra Blanca” y la medicina, si no con metales preciosos, sí creando y dirigiendo un proyecto de salud precursor en América y de trascendencia prevista por su talento y confirmada por su labor constante e inteligente durante 40 años.


Aportaciones a la nutrición
En 1955, un centro rural de investigación en Tlaltizapán, Morelos, inició sus actividades con el doctor Joaquín Cravioto quien, al mismo tiempo, asumía la dirección del laboratorio de nutrición del Hospital Infantil de México.

El “Lugar sobre la Tierra Blanca” concretó proyectos iniciados y conocidos genéricamente como “Operación Zacatepec” en el mismo estado de Morelos y por la corta experiencia sobre el desarrollo de 183 niños en Kampala (Uganda), evaluados parcialmente de 1954 a 1956 con la técnica de Gesell. Esta experiencia indujo al doctor Jorge Velasco Alzaga, a la sazón jefe del Departamento de Higiene Mental del Hospital Infantil de México, a emplear la técnica cinematográfica en la prueba de Gesell para documentar la evolución conductual de los niños al explorar el área motriz, la adaptativa, la personal social y el lenguaje.

Desafortunadamente esta técnica filmada se interrumpió pero no se detuvo la investigación, la cual fue continuada con la incorporación de la psicóloga Beatriz Robles, que trabajaba con ese instrumento de medición con el doctor José Peinado Altable para la valoración rutinaria de los niños atendidos en su servicio del Centro Materno Infantil Maximino Ávila Camacho.

El doctor José Peinado Altable fue por años jefe del servicio de Psicología del entonces Instituto Nacional de Audiología de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), conocido desde l968 como Instituto Nacional de la Comunicación Humana, hoy, después de más de 50 años de fructífera labor, inexplicablemente desaparecido.

Este complejo estudio epidemiológico de todos los niños nacidos durante un año de calendario en un poblado rural, con un seguimiento por más de 20 años, con gran número de variables, no fue nunca interrumpido por las ausencias temporales del jefe del proyecto o por los cambios institucionales.

En los años de preparación se enriqueció permanentemente el programa con las nuevas experiencias del doctor Joaquín Cravioto y siempre con estrictos y cuidadosos grupos de control. Un leit motiv del maestro, entre otros igualmente importantes, fue conocer y evaluar para prevenir los efectos nocivos debidos a la desnutrición en el desarrollo mental, la conducta y el aprendizaje.

Este estudio longitudinal único ha sido publicado, a pesar de la abundancia de artículos, de manera parcial en revistas médicas científicas nacionales e internacionales. En síntesis, podría decirse que la desnutrición grave afecta todas las áreas del desarrollo conductual siendo la motriz la menos afectada y la del lenguaje la del mayor retraso evolutivo. Estos resultados estimularon a numerosos investigadores de muchos países en la búsqueda de las consecuencias tardías de la desnutrición temprana; es decir, principalmente durante el primer año de vida.



Trayectoria de Joaquín Cravioto Muñoz

Nació en el seno de una familia liberal cuyos ancestros emigraron de Génova (Italia) hacia 1820. Militaron en las filas de los patriotas que defendieron al país de intervenciones extranjeras desde el siglo XIX y en la Guerra de Reforma en el Ejército de Oriente.

Al terminar la educación primaria, Joaquín ingresó en el Instituto Científico y Literario en Pachuca, hoy Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, institución afín al positivismo liberal que introdujo Gabino Barreda a finales del siglo XIX y principios del XX. La visión de sus maestros acerca de un mundo mejor, necesitado de grandes cambios, lo acercó al nuevo mundo de las Humanidades, de la Ciencia y de las Artes.

Fue el primer lugar en todos los años de la enseñanza media superior. Decidió estudiar medicina, carrera que terminó con honores en 1945 en la Escuela Médico Militar. Poco antes de obtener su título contrajo matrimonio con la señorita María Cristina Quintana O’Farrill, con la que procreó dos hijos: Patricia y Alejandro Cravioto Quintana, quienes han seguido sus enseñanzas. Alejandro fue director de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México dos periodos consecutivos. Patricia, quien tuvo el privilegio de ser su alumna en el Programa de Investigadores en formación en la Torre, llevó durante 15 años (hasta 2007) la Dirección de Investigación Epidemiológica Operativa siguiendo sus enseñanzas en el campo de la metodología de investigación y coordinando las áreas de capacitación, ambas de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

Ya como mayor médico militar, fue enviado en servicio a Monterrey y dos años después fue comisionado por el Ejército Mexicano para cursar una maestría en Ciencias Sanitarias en la Escuela de Higiene de la SSA, hoy Instituto Nacional de Salud Pública. Continuó su preparación y estudió Pediatría en Chicago, en The University of Illinois College of Medicine, con el doctor Henry Poncher, y en Nueva York, con el doctor Emerett Holt, en el Bellevue Medical Center. Aprendió el manejo de los radioisótopos y su utilidad en la investigación clínica. En 1954, en Suecia, en la Universidad de Gotemburgo, asimiló las técnicas para el estudio de las proteínas y a su regreso las estableció en su laboratorio y en la Sala de Nutrición del Hospital Infantil de México.

Su trabajo trascendió la frontera y a finales de los años 50 se hizo cargo de la subjefatura de la División de Nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con sede en Roma. En África, en Ghana y Nigeria, y en América, en Bolivia y Honduras, realizó una serie de importantes trabajos. Aceptó de 1961 a 1964 el nombramiento simultáneo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de director asociado del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP) y de jefe de la División de Salud Pública.

Estuvo atento a los resultados de las investigaciones que sobre la nutrición se hacían en comunidades rurales en la India por J. E. Gordon y, del mismo autor, el estudio del interior de un iglú en el ártico del que demostró tener, para fines epidemiológicos, características tropicales. Realizó acuciosos estudios comunitarios en el altiplano de Guatemala y los adicionó con un enfoque ecológico en la epidemiología de las infecciones y su influencia en la desnutrición. Regresó a México, al Hospital Infantil, del que parecía que nunca había salido, para continuar sus estudios sobre crecimiento y desarrollo y entrar de lleno en su proyecto seminal “El lugar sobre la Tierra Blanca”.

Orientó sus esfuerzos para entender e interpretar los complejos factores socioculturales que determinan los problemas de nutrición en diversas comunidades, trabajos reconocidos al paso del tiempo como clásicos de la literatura pediátrica. Su ininterrumpido trabajo continuó en 1972 en el Hospital del Niño de la Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN). El director general era su fraterno y entrañable amigo, el doctor Eduardo Jurado García; planeó el Instituto Nacional de Perinatología y lo inauguró como director general el 8 de diciembre de 1977.


Fundador y docente
La creatividad del doctor Joaquín Cravioto no se detuvo en la ciencia. Tuvo que planear, construir y equipar un centro de investigación. Concibió y concretó el Instituto Nacional de Ciencias y Tecnología de la Salud del Niño (INCYTAS) que funcionó primero como parte del IMAN y luego, del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), conocido comúnmente como “La Torre”.

Investigadores jóvenes, sin límites en la creatividad y la imaginación, exploraron e inquirieron sobre todos los campos de la medicina pediátrica, incluida una nueva visión de la genética. INCYTAS recibió su nombre después de su muerte.
La enseñanza en la Escuela Médico Militar, la Facultad de Medicina de la UNAM y la Universidad Metropolitana fue para él una obligación ética. También fue profesor de la Universidad de Cornell, de la de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).

La investigación y el ejemplo conducen la otra parte de la vida del doctor Cravioto. En 50 años dirigió y supervisó más de 400 tesis de grado. Fue fundador de la Sociedad Mexicana de Bioquímica y de otras muchas más. Es relevante recordar su membresía en la Academia Nacional de Medicina (en la que fue recibido en 1967), en la Academia Mexicana de Ciencias y en la Academia Mexicana de Pediatría, sólo por mencionar las más importantes.

Más que su actividad societaria, son de recordarse sus conferencias magistrales como: La “Nóbel” de la Academia de Medicina Sueca, la “Atwater” del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América, la “Oración Gopalan” del Instituto de Nutrición de la India, la “Heath-Clark” de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, la “Blackfan” del Hospital de Niños de Boston de la Universidad de Harvard, la “Federico Gómez” del Hospital Infantil de México, la “Miguel Jiménez” de la Academia Nacional de Medicina, la “Miguel Bustamante” de la Escuela de Salud Pública, etcétera.

Es ingente su producción científica que sobrepasa los 200 artículos, capítulos de libros y libros. Por uno de ellos, en colaboración con el doctor R. Arrieta, “Nutrición, desarrollo mental, conducta y aprendizaje”, y tomando en cuenta el grueso de su obra, le otorgaron en España el Premio Reina Sofia.

Fue profesor honorario de la Universidad de Gotemburgo desde 1965 y en 1970, doctor honoris causa por la misma Universidad. El mismo grado le concedió la Universidad de Tufs en Boston. Recibió premios y condecoraciones de la Organización Rank de la Gran Bretaña, la Estrella Polar de Suecia, de la Universidad Católica de Chile, de la Academia de Ciencias Checoslovaca, de la Sociedad Japonesa de Pediatría, etcétera.

Acosado en su propia casa, “la Torre”, que pasó a formar parte del Instituto Nacional de Pediatría, lo acogió el Instituto Nacional de la Comunicación Humana, donde el grupo de Damas Voluntarias construyó un espacio amplio para su biblioteca y su oficina. Lo equipó con libreros, mobiliario, escritorios, computadoras y todo lo necesario para su bienestar y confort. Lo mismo hizo la Universidad Metropolitana, que le confirió el rango de profesor de una cátedra por un año.
A su muerte en 1998, la familia dejó su biblioteca en el Instituto Nacional de la Comunicación Humana, biblioteca cuyo destino es incierto al desaparecer la institución que lo resguardaba.

Los homenajes póstumos no silencian el estruendo ocasionado por la hipocresía del fuego amigo. Ninguno de sus verdaderos amigos y alumnos puede ser engañado, Joaquín Cravioto y su obra sobrevivirán incólumes en la Medicina Mexicana.

Médicos del Centenario VI: Armando Cravioto Flores

Armando Cravioto Flores nació en la Ciudad de México el 15 de junio de 1923 y estudió en la Facultad de Medicina de la UNAM de 1942 a 1948. Fue especialista en Medicina Interna en el Hospital General de la Ciudad de México de 1965 a 2010 y también ejerció la consulta privada de 1948 a 2005.



De 1966 A 1995 fue catedrático en la Facultad de Medicina de la UNAM, impartiendo Introducción a la Clínica en el Hospital General de la Ciudad de México. Se jubiló a principios de 2010, con 44 años de servicio en el Hospital General de la Ciudad de México y 38 años en la UNAM.

Armando Cravioto Flores, hijo de Constantino Cravioto Calva y Magdalena Flores Heras, falleció en la Ciudad de México, el 30 de marzo de 2017.

2 de noviembre de 2010

Adrián Cravioto Leyzaola, 1894-1969

Adrián Cravioto Leyzaola (1894-1969) fue un destacado personaje de la escena nacional. De formación militar, fue un apasionado de la historia y la fotografìa, ejerció el periodismo y la diplomacia, fue catedrático y autor de diversos ensayos sobre relaciones internacionales. Por ser miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en noviembre de 1937 dicha agrupación publicó en su Boletín la biografía sintética de Adrián Cravioto.
Hace algunas semanas me fue proporcionada una copia de la misma y me pareció adecuado darla a conocer junto con un artículo publicado por la revista México en la Cultura. A continuación transcribo ambos documentos.


Adrián Gravioto [sic] Nació en la ciudad de Pachuca, Hidalgo, el 26 de noviembre de 1894. Ingresó al Colegio Militar, de donde salió con el empleo de teniente de Artillería y continuando su carrera militar en el Ejército Constitucionalista ha llegado a obtener el empleo de teniente coronel de Caballería. Ha hecho además estudios, en la Academia del Estado Mayor, en la Escuela Militar Veterinaria y en la Escuela Libre de Homeopatía. Ha sido profesor de varias asignaturas en la Escuela Militar Veterinaria y en el Colegio Militar, donde imparte actualmente la cátedra de “Historia Militar”. Es socio activo [de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística] desde el 23 de abril de 1936 y es además, miembro de otras agrupaciones científicas. Posee entre otras, la medalla del Mérito Militar de 3ª. Clase, las de Perseverancia de 4ª. Y 5ª. clases y una medalla de oro por su Aprovechamiento en la Academia de Estado Mayor. Es autor de algunas obras de carácter educativo militar y colabora en varios periódicos de esta capital, especialmente en la Revista del Ejército. 



Hasta aquí la biografía sintética. La nota de México en la Cultura se publicó en 1969 con motivo del fallecimiento de Adrián Cravioto, junto con el último artículo escrito por él para esa publicación; desafortunadamente éste no está en mi poder.

General e ingeniero Adrián Cravioto Leyzaola
México en la Cultura enluta sus páginas por la muerte de un distinguido compatriota, el general e ingeniero Don Adrián Cravioto, quien falleció el día 22 del pasado mes de julio [de 1969] en la ciudad de México rodeado del cariño de los suyos.  

El artículo, que en esta misma página publicamos es el último de los muchos que él escribió, siempre con el generoso ánimo de exaltar con justicia cuanto de lo humanamente ejemplar ha producido México.

Nació en Pachuca, Hgo., el 26 de noviembre de 1894. Ingresó al Colegio Militar de Chapultepec, saliendo al ejército como subteniente de Infantería; en 1913 pasó a Artillería, continuando su carrera militar en el Ejército Revolucionario Constitucionalista, tomando parte en muy importantes acciones de guerra desde el año 1914, hasta obtener, por servicios y riguroso escalafón, el grado de coronel de Caballería. La lealtad en todos sus aspectos, fue la norma de su vida.

Hizo estudios preparatorios y profesionales en la Escuela Nacional Preparatoria, Colegio Militar, Escuela E. de Artillería, Academia del Estado Mayor, Escuela Médico Militar de Veterinaria, Escuela Libre de Medicina Homeopática, Universidad Nacional, etcétera.

Fue Ingeniero Topógrafo, catedrático de Matemáticas, Ingeniería Sanitaria, Táctica del servicio Veterinario, Geografía General y Especial, Historia Militar, Civismo, Moral Militar, en diversas escuelas profesionales y militares: escribió varias obras de cultura histórica y militar, y numerosos artículos de prensa, conferencias, discursos, etc., algunos de los cuales han sido editados en el extranjero.

Fue jefe de la sección militar del Primer Congreso Nacional de Geografía y Exploraciones Geográficas y delegado por Bolivia y Brasil al Primer Congreso Nacional y Panamericano de la Prensa.

Corresponsal en México de la Revista Militar de Bolivia y director de la sucursal en México de A Capital, Jornal –Magazine- Continental, de Sao Paulo, Brasil. Miembro honorario y correspondiente de las instituciones extranjeras: Centro Intelectual “Aspiazu” de Bolivia; Sociedad Panamericana de Brasil; Ateneo Popular de La Boca, Argentina; Ateneo de El Salvador; Ateneo de Caracas, Venezuela; Ateneo Mexicano; Instituto Sanmartiniano de Buenos Aires, Argentina; Círculo Militar de Bolivia; académico de la International Academy of Washingon, Estados Unidos; fellow de la Andha Research University, de Vizianagram, India Inglesa; American Society of Heraldry, Estados Unidos, etc., además de 14 instituciones científicas y culturales nacionales.

Condecoraciones: comendador de la Orden del Mérito Militar, de Bolivia; oficial de la Orden “Al Mérito” de Ecuador; Orden del “Mérito Policiaco” de primera clase, con distintivo blanco, de Cuba; oficial de la Orden Nacional del Cóndor de los Andes, de Bolivia; Palmas Académicas de la International Academy of Washington, Estados Unidos; Cruz de Bolivia, de Bolivia; Cruz de Honor Académico, de Estados Unidos; Medalla “Sarmiento” de la República Argentina; Key de la Andhra Research University India Inglesa; oficial de la Orden Continental de la Fraternidad de América; insignia de la American Society of Heraldry; Cruz del Mérito Militar, 3ª. clase, de México; Medalla de Oro de primera clase de la Academia de Estado Mayor; Cruz de Lealtad 1920; Medalla de la Educación Pública, de México; Cruces de Perseverancia en el Servicio; insignias de las instituciones culturales extranjeras de nacionales a que pertenece, etc.

Fue presidente fundador de la sección de México de Grupo América, por designación especial hecha por todas las secciones de la institución en el continente, y tercer presidente fundador y canciller de la Orden Nacional de Damián Carmona. Vocal del Consejo Directivo de la Unión Racionalista, secretario general del Instituto Sanmartiniano de México, etc.

La nota parece incompleta, aunque tal vez así se publicó originalmente. No obstante, me gustaría anotar que, entre las obras de Adrián Cravioto figuran Urbanidad y cortesía militares y El libro del soldado de caballería: recopilación de enseñanzas y de experiencias útiles a todos los miembros del ejército (1937), “La paz de América: Ecuador y su derecho”, conferencia pronunciada en el salón de conferencias de la Unión Racionalista de París (rama mexicana) durante la noche del 29 de agosto de 1941; “La paz de América: Guatemala y Belice” (1943) y El premio a la lealtad. Dejó inédita la Historia documental del Heroico Colegio Militar, la cual fue publicada en 2001 por sus hijos, en una edición de tres tomos. Adrián Cravioto Leyzaola fue hijo de Constantino Cravioto Calva y nieto del general Rafael Cravioto y Clotilde Calva.