29 de noviembre de 2010

Antiguas casas de los Cravioto

Aún vacías, incluso en ruinas, las casas antiguas resultan fascinantes. ¿Será porque algo de sus habitantes permanece en ellas? Tal vez las expectativas que tenían cuando las construyeron, los árboles que plantaron o el gusto con el que decoraron su hogar.

Y si esas casas pertenecieron a algún ancestro, entonces se vuelven entrañables. Por ello, en esta bitácora he ido incluyendo información e imágenes de algunos de los inmuebles que fueron propiedad de la familia, la cual retomo en la siguiente nota.


Casa de Francisco Cravioto Pacheco, en Pachuca, Hidalgo
Raúl Arroyo me envío estas interesantes fotografías de la que fuera la casa de Francisco Cravioto en Pachuca. Ubicado en la calle de Hidalgo número 807, este inmueble alberga actualemente al Archivo General del Estado de Hidalgo.



Según su página electrónica, el "Archivo General del Estado de Hidalgo fue creado legalmente el primero de diciembre de 1980 por Decreto Oficial e inaugurado en marzo de 1987. Tiene como funciones principales: recibir, prestar documentos semiactivos del Poder Ejecutivo, así como conservar, prestar y difundir los acervos documentales Históricos", para lo que cuenta con las áreas de fototeca, biblioteca, archivo de concentración, hemeroteca, imprenta e informática.



Este inmueble tiene gran semejanza con la que fuera la casa del general Rafael Cravioto en Pachuca, misma que se describe a continuación.


La casa pachuqueña de Rafael Cravioto Pacheco
Ubicada en el número 202 de la calle Nicolás Bravo, la casa del general Rafael Cravioto en Pachuca, Hidalgo, es hoy el Foro Cultural Efrén Rebolledo y la sede del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo (Cecultah).

De acuerdo con un folleto editado por el Cecultah, la fachada principal de esta casa "está trazada conforme a un riguroso plan geométrico, donde los valores de orden y simetría destacan claramente. Lo angosto de la calle obliga a contemplar el edificio desde una perspectiva muy cerrada, por lo que sobresalen visualmente los jarrones de la planta baja, en especial sus herrerías, y las pilastras de orden jónico monumental, que recorren los dos niveles. Este último recurso reviste de un halo de majestuosidad al inmueble".



El patio de la casa, según la descripción del Cecultah, "recuerda el programa arquitectónico de las casas mexicanas, que tienen como elemento común un patio que organiza y da vida al espacio interior".



Esta residencia, continúa el Cecultah, "revela un íntimo deseo de enclaustramiento, aún cuando posee ventanas y balcones abiertos al exterior. El balcón avanza atrevido ocupando parte del patio, sostenido por dos columnas de mármol, le confiere a ese lugar un carácter especial".



La escalera central se bifurca en dos tramos con gran elegancia y está flanqueda por un par de grifos, fantásticos animales fundidos en bronce.





En el segundo piso, donde se ubicaban las habitaciones de la familia, "es interesante también la presencia de elementos decorativos, como herrerías en barandales, ménsulas soportando láminas acanaladas y los mismos mosaicos de los corredores del segundo piso".



En la casa del general Rafael Cravioto, en Pachuca, "el naciente art nouveau encuentra una expresión en la herrería, todo un catálogo de intrincadas formas de líneas sinuosas. Otras muestras de la inspiración artística son los espléndidos jarrones del patio principal, la puerta de entrada, exótica combinación de fauna y arquitecturas imaginarias, y la escalera central".



Después de su uso original, según información del Cecultah, "la casa fue sede de las oficinas de la Secretaría de Salubridad y Asistencia Pública del Estado. En 1963 se instaló la escuela secundaria oficial de Pachuca, la cual funcionó hasta marzo de 1967. Posteriormente se convirtió en oficinas administrativas y en escuela telesecundaria. Funcionó en ese lugar el Archivo Histórico del Estado, y a partir de 1982, restaurado el edificio, se estableció el Foro Cultural Efrén Rebolledo".





Casa de Antonio Craviotto en Santa Barbara, California
Originario de Varazze, Génova, Antonio Craviotto contrajo matrimonio en México con Dolores Buelna, originaria de Hermosillo, Sonora. Poco después de su matrimonio se mudaron a Santa Barbara, California, población que se localiza a unos 140 kilómetros al Noroeste de Los Ángeles. Antonio Craviotto es, muy posiblemente, el fundador de la rama estadounidense de la familia. La siguiente es una imagen de su casa en Santa Barbara, California.




En el porche de la misma, una placa indica: "Antonio Caviotto House circa 1877" [Casa de Antonio Craviotto, hacia 1877]. El inmueble ha sido subdividido en seis departamentos.





El Zoquital, antiguo feudo de la familia Cravioto
En 1860, el general Rafael Cravioto adquirió la hacienda de San Nicolás, mejor conocida como El Zoquital, en el estado de Hidalgo, misma que remodeló en 1892.



En 1957, la propiedad fue vendida por Pompeyo Cravioto Calva a sus actuales propietarios. Durante muchos años el casco de la hacienda alojó un beneficio de nuez; hoy es un rancho dedicado a la crianza de borregos Dorper y Katahdin. Se ubica en el kilómetro 44 de la carretera México-Tampico, cerca de Atotonilco el Grande.



En el portón principal aún se puede apreciar el monograma de Rafael Cravioto tallado en madera.



En su libro Memorias de un adolescente, Rafael Cravioto Muñoz (1915-2005), destacado intelectual hidalguense, rememora la hacienda de la siguiente manera:

"Mi primer recuerdo formal es el de la Hacienda de San Nicolás (alias) El Zoquital, antiguo feudo de la familia Cravioto y de la cual se han relatado tantas y tan fabulosas cuanto contradictorias consejas.



"De entre mis primeras incursiones recuerdo la impresión que me causó el comedor de la casa grande. Estaba instalado en una enorme pieza, casi del tamaño de una troje. Las paredes, totalmente cubiertas por muebles finísimos, aparadores y trinchadores con sus puertas realzadas con motivos de cacería. Toda suerte de manojos de piezas de caza menor eran grato adorno. Y por las columnas labradas, tenían las enredaderas el sueño de los ebanistas orfebres. El techo estaba decorado al temple y también con motivos a la usanza del ayer, como platos de viandas, racimos de frutos, naturalezas muertas.



Los viejos contaban que cuando mi tío don Rafael el güero [probablemente Rafael Cravioto Aguilar] gran gozador y gran señor, fue administrador e hizo reparar el edificio, decorándolo con el mejor buen gusto al estilo francés, daba los grandes comelitones en ese salón que mi padre [Rafael Cravioto Galindo] usó sólo una vez, un día de su santo. La mesa central, que abarcaba todo lo largo del salón, ostentaba en el centro un enorme círculo, en donde con incrustaciones finísimas de concha nácar estaba la leyenda que explicaba cómo una legislatura de Hidalgo había regalado el comedor al general Cravioto, un 24 de octubre de un mil ochocientos borroso...



"Los anaqueles estaban, cuando nosotros llegamos a la hacienda, completamente vacíos. Muchas de las cerraduras, rotas. Se decía que en otros tiempos allí tuvieron su museo las vajillas más raras: desde la nativa de Guadalajara o de Talavera, hasta las de Sèvres. Pero, durante los días de la Revolución, los soldados incontrolados rompieron con los marrazos las cerraduras y se llevaron la loza.



En su libro, Rafael Cravioto Muñoz informa que llegó a vivir a El Zoquital a los 12 años de edad, si nació en 1915, las imágenes que recrea corresponden a 1927.















Casa de Francisco Cravioto en Huauchinango
Francisco Cravioto, hermano del general Rafael Cravioto, fue propietario de varios inmuebles. A continuación, cuatro imágenes del techo de la casa, cuya ornamentación da cuenta del estilo en boga a fines del siglo XIX y que debió parecerse a la de El Zoquital.












La casa de Simone Craviotto en Huauchinango
Informa Sandalio Mejía Castelán que hacia 1833 Simón Cravioto, originario de Varazze, adquirió "la casa de dos pisos del costado Norte" de la Plaza de la Constitución, en Huauchinango.

El 28 de noviembre de 2009 se develó en ese inmueble una placa que dice: "Antigua casa del balcón corrido, construida por el genovés don Simón Cravioto Bardorena [sic], donde nacieron sus hijos, los generales Rafael, Francisco, Simón y Agustín Cravioto Pacheco, héroes de la guerra contra la intervención francesa".






Fuentes:

Las fotografías de la casa de Francisco Cravioto en Pachuca, Hidalgo, me fueron enviadas por Raúl Arroyo.

Las fotografías del foro Efrén Rebolledo, en Pachuca, Hidalgo, se reproducen por cortesía del Cecultah.

Las fotografía de la casa de Antonio Craviotto, en Santa Barbara, California, me fue enviada por Jason.

Las imágenes de El Zoquital fueron tomadas por Denise Cravioto (2006), Mónica Cravioto (1990) y Dorper El Zoquital (2010). En cuanto al texto de Rafael Cravioto Muñoz, es fragmentos de Memorias de un adolescente. Crónicas y poemas, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, 2a. edición, Pachuca, 1986.

Las imágenes de la casa de Francisco Cravioto y de la placa de la casa del balcón corrido, en Huauchinango, me fueron enviadas por el ingeniero Jesús Rodríguez Dávalos (
jrdavalos1@hotmail.com).

15 de noviembre de 2010

Médicos del Centenario I: Agustín Torres Cravioto, 1892-1945.

A pesar de haber dirigido el Hospital Civil de Pachuca y el Instituto Científico y Literario del Estado de Hidalgo, Agustín Torres Cravioto está poco documentado. Por ello, elaboré la siguiente nota biográfica con base en datos propios y una conferencia del doctor Nicolás Soto Oliver. Los datos de la conferencia aparecen siempre entre comillas, por tratarse de citas.

Agustín Torres Cravioto nació el 23 de diciembre de 1892 en Puebla, Puebla. Hijo de Leonor Cravioto Salas y Alberto Torres Blas. Eligió estudiar Medicina “porque amaba al prójimo y quería servirle. En 1910, cuando apenas era un jovencillo que iniciaba los estudios de Medicina, estalló la Revolución; 1913 lo encuentra cargando las cananas, el uniforme rústico de carrancista y tratando de remendar heridas y consolidar fracturas”.

Agustín Torres Cravioto. Imagen cortesía de Leonora González.


No obstante, reflexiona el doctor Soto, “la vida de soldado, y especialmente en una revolución, no es para quien tiene el corazón henchido por el estudio, así que [en 1916, Torres Cravioto] termina la carrera y se va a trabajar a Pachuca, Hidalgo”.

Después de ser director del Hospital Civil, Agustín Torres Cravioto ejerció la docencia en el Instituto Científico y Literario desde 1918 hasta su muerte, en 1945. Impartía las clases de lógica y psicología e hizo de ellas “una verdadera cátedra maestra. Fue un precursor del conocimiento de la psicología científica”.

El doctor Soto recuerda que Torres Cravioto tenía cierta dificultad para pronunciar la erre, “pero que en cuanto su conocimiento conceptual se expresaba, se quedaba uno estático 
[...] Cuando empezaba a hablar de sus viajes por Europa, de su estancia en Pompeya, la ciudad eterna, que se murió con todo su conocimiento romano para ofrecerlo al visitante que llegara años y años después. Fue un viajero incansable y un gran orador. Tenía la puntualidad como devoción. Sus clases de psicología y de lógica lo veían entrar al filo de la primera campanada del reloj monumental; pasaba lista inmediatamente y, antes de terminar las campanadas, estaba terminada la lista que, por cierto, no era larga, si acaso de 20 o 25 alumnos”.

Agustín Torres “era enérgico, disciplinado y poeta. Pertenecía a la peña literaria Mesa y Sobremesa, amaba el conocimiento y no sé dónde, no sé cómo, se daba tiempo para aprender”. Además de su actividad en el Hospital Civil y el Instituto Científico y Literario, tenía un consultorio donde diariamente atendía a unas 80 personas que iban a su consulta privada.

Cuando llegó a director del Instituto Científico y Literario lo transformó en modelo. Hizo que la Escuela de Enfermería dejara de pertenecer al Hospital Civil y pasara al Instituto, siendo así la primera escuela subprofesional que tuvo esta institución. Entre sus logros importantes, “instituyó que el director rindiera un informe anual de actividades. Propuso un reglamento nuevo para que la Junta Académica estuviera conformada por los 51 maestros de la institución más un alumno de prepa y otro de secundaria, por primera vez los estudiantes tuvieron voz y voto en esa Junta, que era el órgano máximo del Instituto”. Durante su gestión “se instituyó por primera vez la medalla rotaria, en 1937, al mejor alumno de los cinco años. Se creó la revista La Atalaya, que era la palabra del estudiante. Reconstruyó toda la institución: aulas, corredores, salón de actos, con un presupuesto de menos de ocho mil pesos anuales. Tenía como mira tres palabras: tradición de honor, tradición de hombría y tradición de bondad”.

El doctor Agustín Torres Cravioto murió el 11 de diciembre de 1945, en Pachuca, Hidalgo, por una complicación hepática. “Sus queridos alumnos lo recibieron en este recinto [el Instituto Científico y Literario] como último homenaje mortuorio antes de conducirlo en hombros hasta el cementerio”.

En la Biblioteca Central de la UNAM se puede consultar su tesis: "Algunas consideraciones acerca de la etiología y de la profilaxis de la tuberculosis. Tesis que para obtener el título de Médico Cirujano, presenta Agustín Torres Cravioto". Facultad de Medicina, UNAM, 14 pp., 1916.

Según el Diccionario Biográfico Hidalguense, de Abraham Pérez López, Agustín Torres Cravioto fue autor de Apuntes de obstetricia y de Propedéutica obstétrica, ambas impresas en Pachuca.

De acuerdo con los datos que yo he recabado, el 23 de febrero de 1916 Agustín Torres Cravioto se casó con Ana Domínguez Martínez, en Tacuba, Ciudad de México; no obstante, tuvo otras parejas entre quienes estarían María Bouchan, María Isabel Ramírez, Guadalupe Capetillo, Cardina González y Anselma Villarreal.

Médicos del Centenario II: Pompeyo Cravioto Huguenin, 1898-1962

El siguiente artículo fue escrito por el doctor Roberto Uribe Elías.*

Entramos al salón de los de Tercero, iba a ser la primera clase de la tarde, el sol iluminaba el fondo del salón, el estrado tenía luminosidad suficiente; entró un profesor con traje oscuro, no negro, quizá gris oscuro, con una cabellera quebrada entrecana, de antejos, con nariz afilada; era el profesor de Patología Quirúrgica, lo conocíamos en la calle, de pasada, serio, poco sonriente, con voz de autoridad y que, sin dejar ninguna duda, se había apoderado de la atención y del interés de nuestro grupo.

Sus palabras no dejaron lugar a ninguna duda, él era el que guiaba y decidía, nosotros a hilar finito y con buena letra.

Era Pompeyo Cravioto [Huguenin] o como sus amigos le decían, Pin Cravioto. De principio no se subió al estrado, su estatura, que era algo más que media, lo hacía no necesitarlo para imponerse al grupo.

Sin dejar espacio, nos dijo qué pretendía de nosotros y qué íbamos a obtener de esa clase, el texto, como todo lo demás, no tenía duda, era el único y era el bueno y adecuado, se trataba del Forgue con sus dos tomos.

Entonces no sabíamos que era un texto antiguo, quizá pasado de moda y, peor aún, no actualizado. Pero era el Forgue y ahí íbamos a obtener el conocimiento, para enfrentarnos en la clase a Pin Cravioto.

Quedó claro que él nos introdujo, sin lugar a dudas, a la inflamación, a su relación con la infección, el traumatismo y la respuesta del organismo del hombre, desde la célula hasta lo sabido de la inmunología.

Después, el manejo inicial y definitivo del trauma, de las condiciones agudas y la necesidad de tomar decisiones, como médicos, basados en el conocimiento científico desde la célula, la asepsia y antisepsia, la disciplina quirúrgica y la sapiencia de la estructura anatómica, todo ello completaba el marco de referencia, que como médicos deberíamos tener siempre ante los problemas que tendríamos que enfrentar; conocimiento, disciplina y decisión, para actuar, siempre actuar, el médico no pude ser pasivo o indiferente ante los problemas del hombre y la vida.

La personalidad del doctor Cravioto pronto mostró su carácter, personalidad y proyección, era fuerte de carácter, parecía osco y autoritario, pero estaba dispuesto a borrar nuestra ignorancia en el terreno médico, era disciplinado, nunca faltaba y era muy puntual.

Pompeyo Cravioto Huguenin había nacido en Pachuca, Hidalgo, el 29 de octubre de 1898, su padre Pompeyo Cravioto Calva su madre Stenie Huguenin, de origen suizo. Realizó sus estudios primarios en la escuela laica Melchor Ocampo dirigida por el distinguido y muy famoso profesor Francisco Noble, guía de múltiples generaciones de hidalguenses. Pasa al Instituto Científico y Literario del Estado, también en Pachuca, y de ahí ingresa a la Escuela Nacional de Medicina, en la Ciudad de México en 1918, tiene un desempeño distinguido, obteniendo diplomas honoríficos en los años primero, tercero, cuarto, quinto y sexto de la carrera. Realiza su tesis profesional con el título "Ligeras consideraciones acerca del tratamiento de la diabetes azucarada por la insulina" en Pachuca. Presenta su examen profesional en 1924 y regresa a ejercer su profesión a su ciudad natal.

Ingresa poco tiempo después a la Compañía Minera Real del Monte y Pachuca, recibiendo la instrucción de ser médico de la propia compañía en el mineral de El Chico, donde trabaja cuatro años, por haberse extinguido el mineral y cerrado la mina, se traslada a Pachuca ejerciendo la profesión de manera privada, en sus Memorias él califica de "ejercer la profesión liberal".

En Pachuca es invitado a ocupar la cátedra de Química Mineral e Inorgánica en el Instituto Científico y Literario, iniciando una larga experiencia docente y una influencia, no siempre conocida, en el desarrollo y evolución primero de Instituto Científico y Literario de Pachuca y después como catedrático fundador de la Escuela de Medicina, dependiente del propio Instituto en 1945.

Sin dejar nunca sus cátedras, inicia su labor como jefe de Salubridad del Estado; pero en un corto plazo regresa a prestar sus servicios a la Compañía Real del Monte y Pachuca desde 1934, de la que nunca se separaría, hasta el día de su muerte. En 1938 es ascendido al puesto de jefe de los Servicios Médicos de la propia compañía. Su dedicación a su labor en el ámbito minero es muy reconocida, integrando servicios locales, formando hospitales con recursos modernos y llegando a establecer una gran clínica minera en Pachuca.

Al fundarse la Escuela de Medicina el 12 de febrero de 1945 dependiente del Instituto Científico y Literario (el cual adquiriría la autonomía en 1948) fue profesor de Química Biológica que impartió muchos años (1956), para después tomar la responsabilidad de la materia de Patología Externa que impartiría hasta su deceso (la cátedra cambió de nombre para llamarse Patología Quirúrgica y a veces se le agregaba lo de Externa). Siguiendo la costumbre de la época realiza visitas profesionales a instituciones hospitalarias de los Estados Unidos de Norteamérica.
Asiste a diversos congresos nacionales e internacionales, como el Congreso de Silicosis y Tuberculosis en Saranac Lake [Nueva York] en 1941.

Participa en la organización de reuniones médicas realizadas en Pachuca, Hidalgo, y presenta comunicaciones de su experiencia en dichos congresos nacionales, sobre todo en casos de fracturas óseas y su manejo adecuado. Desde esa época él califica su acción profesional como la de un osteólogo.

Con todo lo anterior, él trabaja honoríficamente en el Hospital Civil de Pachuca, estableciendo un servicio de traumatología y ortopedia y, en la medida en que la Escuela de Medicina crece en recursos humanos y existe un mayor número de médicos en formación y médicos recién egresado, comienzan a formar su experiencia a su lado, trata de iniciar una Escuela.

Los congresos médicos del Centro comienzan a ser foros científicos en los que su participación es reconocida.

Pertenece a un grupo selecto de médicos hidalguenses preocupados por el desarrollo del conocimiento, por lo tanto buscan consolidar al Instituto Científico y Literario, logrando la creación de la escuela de Medicina, la autonomía y ulteriormente sin dejar de pensar en la erección de una universidad, acorde con las circunstancias del momento. Era un hombre en el círculo de sus amigos, bromista, alegre con un sentido del humor fino, que hacía de su presencia indispensable en las tertulias.

Fue miembro del Club Rotario de Pachuca y en 1950-1951 fue electo presidente de dicha organización.

Siguiendo su vocación altruista, se preocupó por dotar de equipo moderno de avanzada al recién inaugurado Hospital Infantil de Pachuca y junto con su director, el doctor Guillermo Coronado, realizó dicho equipamiento que permitió el despegue exitoso de dicho nosocomio para beneficio de la población infantil de todo el estado de Hidalgo.

El doctor Cravioto fue un hombre distinguido pero discreto, participó en los grandes acontecimientos de la evolución de la formación de la juventud hidalguense, pero sin aspavientos, no reclamó para sí puestos ni honores, su labor era acción callada pero definitiva.

Su actuar en la cátedra fue hasta su último día ejemplo de disciplina, dedicación y sapiencia; nunca escatimó el otorgar su experiencia los jóvenes a los que conducía, daba oportunidad y formaba a los jóvenes médicos que lo rodeaban, formando enjambre. Formó uno de los pocos equipos profesionales que eran ejemplo en su labor del Hospital Civil de Pachuca, el paso de visita, el análisis y discusión de los casos, el planteamiento de los posibles tratamientos, su discusión y la realización de los mismos, en equipo, fueron modelo de actividad profesional; no sólo participaban alumnos, médicos jóvenes, sino médicos ya formados, que incorporados a su equipo enriquecían el desarrollo de la clínica de traumatología y ortopedia, creando escuela.

Tuvimos el privilegio de recibir sus enseñanzas, no sabíamos que era el final de la jornada del maestro, para nosotros, ellos, nuestros maestros, estaban ahí, antes que nosotros, con nosotros y percibíamos, de manera juvenil y optimista, que estarían después de nosotros.

La experiencia de sus lecciones fue clara, incontrovertible, tenía la diáfana sabiduría de mostrar lógicamente el razonamiento de sus planteamientos; era un tomador de decisiones y de una acción justa, firme e inmediata.

Sus clases se transformaron en un reto para todos nosotros, nos iba abriendo el panorama histórico de cómo el hombre médico llego a ser más útil, más científico, más comprensivo siendo médico y cirujano.

La disciplina inculcada por él, no la olvidamos, va con nosotros en nuestro pensar y nuestra acción.

La sorpresa fue innegable el 12 de septiembre de 1962, nuestro maestro había fallecido repentinamente de un infarto al miocardio.

Sus enseñanzas están ahí, en las múltiples generaciones que fuimos sus alumnos; la estabilidad del ICLA y de la Escuela de Medicina, son una obra en la que participó calladamente, el servicio de traumatología y ortopedia del Hospital Civil es otra prueba más, su acción en los servicios médicos mineros son un pilar más, su sentido caritativo y de solidaridad está presente en su actuar como médico y rotario, en fin la obra y la acción práctica de Pompeyo Cravioto están ahí, son base para seguir construyendo. Nosotros conservamos la obra de Forgue, enriquece nuestra biblioteca como lo ha hecho con nuestras mentes y nuestra experiencia; para uno de nosotros (Uribe Elías) me permitió salvar una vida en el Servicio Social, así de simple y así de trascendente. Fue un médico pachuqueño de pura cepa, se entregó al conocimiento para servir a su terruño, en todos los órdenes, lo logró hasta el último aliento; es uno de nuestro pilares poco conocidos que participó, en lo que ahora somos.

Una palabra más, Pin Cravioto perteneció a Una Generación Excepcional, la 1918-1924, que va a caracterizar en mucho a la medicina mexicana, por sus aportes en la acción profesional, la organización de la medicina moderna, su injerencia indiscutible en la Escuela de Medicina de la UNAM, al grado de convertirla en Facultad, la brillantez de sus integrantes y la fuerza que imprimieron para la trasformación de los grandes capítulos de la medicina mexicana.

A esta generación pertenecieron los pachuqueños Librado Gutiérrez y José Efrén Méndez; y solo para señalar a unos cuantos enumeraré:

Juan Andrade Pradillo, iniciador de la otorrinolaringología, vanguardia en el Hospital General de México;

Gilberto Bolaños Cacho, vanguardia en la medicina del boxeo y político;

Carlos Contreras Arias, salubrista distinguido, hijo del ingeniero en Minas Juan Contreras y la señora Aurora Arias, avecindados en Pachuca;

Raoul Fournier, transformador de la educación médica;

Luis Gutiérrez Villegas, iniciador del laboratorio clínico y presidente de la Academia Nacional de Medicina;

Javier Longoria, cirujano distinguido, alumno de José Palacios Macedo, maestro de Alfonso Álvarez Bravo, fundador de la Academia Mexicana de Cirugía, creador de una escuela urológica;

Teófilo Ortiz Ramírez, cardiólogo del grupo del maestro Chávez;

Samuel Ramírez Moreno, vanguardia de la neuropsiquiatría, fundador de la Sociedad Mexicana de Psiquiatría y de la Revista Mexicana de Psiquiatría, Neurología y Medicina Legal, así como rector de la Universidad Nacional;

Arturo Rosenbluth Stearns, neurofisiólogo, publica con Walter Cannon, es el creador de la computación junto con Norbert Wiener, fue el iniciador de la inteligencia artificial y la cibernética;
Gustavo Uruchurtu, higienista, político y funcionario;

Gerardo Varela, investigador, microbiólogo y parasicólogo, salubrista, director de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, IPN;

Conrado Zuckermann Duarte, extraordinario cirujano, oncólogo y ginecólogo, subsecretario de Asistencia de la SSA, fundador de la Revista Mexicana de Cirugía, Ginecología y Cáncer, director del Instituto Nacional de Cancerología y profesor de la Facultad de Medicina, UNAM; solo para mencionar a unos cuantos.

Esta generación dio extraordinarios médicos que influyeron de manera definitiva en el devenir de la medicina de su tiempo y de la medicina mexicana, con sus acciones, iniciativas y proyección; sirva el recuerdo de Pompeyo Cravioto para rendir un merecido reconocimiento a este grupo de entusiastas profesionales de la medicina, que como otros egresados de las universidades mexicanas son baluarte de trabajo, inventiva, acción y entrega en beneficio del pueblo de México.


En la Biblioteca Central de la UNAM se puede consultar su tesis: "Tratamiento de la diabetes azucarada por insulina. Tesis que para obtener el título de Médico Cirujano, presenta Pompeyo Cravioto Huguenin". Facultad de Medicina, UNAM, 20 pp., 1924. 

* Roberto Uribe Elías es médico cirujano especialista en ginecología y obstetricia, maestro en Ciencias Médicas y doctor en Ciencias. Profesor de Historia y Filosofía de la Medicina en la Facultad de Medicina de la UNAM, es autor de La invención de la mujer / Nacimiento de una escuela médica, coedición del Fondo de Cultura Económica y la Benemérita Universidad de Puebla 2002, y El pensamiento médico contemporáneo, publicado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes y la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina en 2007, entre otros títulos.

Médicos del Centenario III: Rafael Cravioto Pérez

Muchos habitantes de la colonia Portales aún recuerdan el famoso sanatorio del doctor Cravioto. En la Biblioteca Central de la UNAM encontré una tesis que, me parece, es de él: "Los establos, sus condiciones higiénicas y reglas que sirven para evitar la infección de la leche. Tesis que para obtener el título de Médico Cirujano, presenta Rafael Cravioto". El documento consta de cuatro folios y está fechado en 1909.

Rafael Cravioto Pérez fue hijo de Miguel Simón Cravioto Pacheco (1845-1906) y Joaquina Pérez y  todo parece indicar que fue el primero de los muchos médicos de la familia Cravioto.



La fotografía que ilustra esta nota proviene del Archivo Casasola y se reproduce en el libro La vida y la muerte en tiempos de la Revolución, de José Luis Trueba Lara. El contexto de la imagen corresponde a una descripción de cómo se atendían los partos en 1910, pero no habla del doctor Cravioto.

Médicos del Centenario IV: Adalberto Cravioto Meneses, 1913-2010

El siguiente artículo fue escrito por el licenciado Jorge Cravioto Galindo.

El jueves 28 de enero [de 2010] dejó de existir el doctor Adalberto Cravioto Meneses a la edad de 97 años. Una vida plena que se inició en la Ciudad de Pachuca el 19 de enero de 1913 y concluyó en la capital del país.



Don Adalberto cursó la educación básica en el Instituto Científico y Literario de su ciudad natal, para luego partir hacia el Distrito Federal con una beca del Gobierno del Estado que le permitió convertirse en médico cirujano por la Universidad Nacional.

El doctor Cravioto era un hombre inquieto y un luchador incansable, siempre en búsqueda de retos mayores y nuevas fronteras que vencer. Marchó al Norte y se estableció en la región lagunera, donde encontró su vocación de servicio. Ahí, como médico rural tuvo la oportunidad de apoyar a las comunidades marginales de la zona, con un gran sentido humano y una absoluta filantropía.



En Torreón construyó no sólo un prestigio personal, sino que puso los cimientos para desarrollar una familia.

Sus capacidades fueron más allá del estado de Coahuila y pronto recibió una invitación del presidente Ruiz Cortines, para incorporarse a las tareas nacionales de la salud pública, teniendo la oportunidad de apoyar en todo el territorio mexicano a sus queridas comunidades.

Pero nunca olvidó Pachuca, su casa en Zempoala, sus muertos descansando en Téllez y a la parte de su familia que había quedado por estos rumbos de la geografía nacional.

Su ilusión de regresar se cumplió, no sólo para tener encuentros y recuerdos, sino para servir como presidente municipal, como representante ante el Congreso de la Unión y finalmente como jefe de los Servicios de Salud Pública.



Don Adalberto incursionó en la política hidalguense no para enriquecerse, no para disputar el poder político y menos para restaurar un viejo cacicazgo del siglo XIX. No, el doctor Cravioto Meneses regresó para servir, para coadyuvar en la atención de las graves necesidades que tienen parte de los pobladores del estado, con la visión de organizar a las comunidades rurales, para que independientemente de las políticas públicas, tuvieran la capacidad de autogestión que les permitiera resolver sus problemas más urgentes.



Beto o Tere como familiares y amigos le decían cariñosamente, no es sólo una biografía más, ya que fue protagonista de un siglo de enormes transformaciones. En 97 años pudo presenciar el cambio del México revolucionario a la construcción de instituciones y la modernización nacional. Vivió los avances tecnológicos: del caballo a los transbordadores espaciales, del telégrafo al ipod, de la pluma y el papel a la computadora.

Fue también testigo de las enormes transformaciones mundiales: la revolución rusa, dos guerras mundiales, la guerra fría, la caída de las ideologías, el neoliberalismo, la llegada a la Luna y un largo etcétera.

Para quienes lo acompañamos en vida y tuvimos la oportunidad de apoyarlo hasta sus últimos minutos, su partida es motivo de tristeza, pero también motivo de satisfacción al reconocer en él a un triunfador, a un hombre bueno que se va sin pendientes porque aprovechó cada instante de su vida para dar y construir. Su herencia es el ejemplo de vida que deja, para quienes continuamos tratando de aportar a la edificación de una realidad más amable.

Se fue satisfecho y con la frente en alto. Cumplió como servidor público, como político, como esposo, como padre y como hombre nacido en “la ciudad de las calles quebradas y los hombres rectos”.

¡Hasta pronto papá!


Adalberto Cravioto Meneses fue hijo del coronel Alberto Cravioto Galindo y la señora Zeferina Meneses León; nieto de Adalberto Cravioto González y Concepción Galindo; y bisnieto del general Rafael Cravioto y la señora Rafaela González.

Médicos del Centenario V: Joaquín Cravioto Muñoz, 1922-1998

Joaquín Cravioto Muñoz, médico y científico, fue pionero en la investigación sobre desnutrición infantil y sus secuelas. Su trabajo, desarrollado en la segunda mitad del siglo XX, contribuyó al establecimiento de medidas preventivas, así como de tratamiento y rehabilitación. Para conocer los efectos de la desnutrición en el desarrollo de la persona, en la década de los 60 del siglo XX, Cravioto inició un estudio que dio seguimiento por más de 20 años a un grupo de 334 niños nacidos en un mismo año en Tlaltizapan, Morelos, contrastando a quienes sufrieron desnutrición grave con un grupo control. En 1984, España reconoció con el Premio Reina Sofía de Investigación a Joaquín Cravioto, por su trabajo Nutrición, desarrollo mental, conducta y aprendizaje, realizado en colaboración con el doctor Ramiro Arrieta. El siguiente artículo, escrito por el doctor Francisco Hernández Orozco, abunda sobre esta investigación así como sobre la biografía de Joaquín Cravioto.



Dr. Joaquín Cravioto Muñoz

Dr. Francisco Hernández Orozco

Conocer el pasado de una persona es necesario para comprender y acercarnos a una explicación de la trayectoria de su vida. Las circunstancias que rodean su acción cotidiana y su proyecto de trabajo tienen la huella de su genealogía, del medio en el que creció, de su educación y sobre todo de la constancia y creatividad de su trabajo. Lugares y acciones son señalamientos que identifican a una persona. Son parte de su patrimonio y de su herencia. A veces son su símbolo.




Tlaltizapán (Sobre la Tierra Blanca), cuyas raíces etimológicas provienen del náhuatl: tlal-tli, "tierra"; tiza-tl, "polvo blanco" y pan, "sobre" o "encima", parecen predecir con todo y su glifo la llegada de un hombre nacido en Pachuca, que en la misma lengua se origina de las raíces Pacho aca o Pachoa can, que significa "lugar donde se gobierna" o "lugar estrecho" o quizás de Patl achiuh acan, que significa "lugar de plata y oro".

Ese hombre, médico, escaló la montaña del símbolo de Tlaltizapán al ampliar (del habitante y del lugar) su estrecho horizonte. Enriqueció “La Tierra Blanca” y la medicina, si no con metales preciosos, sí creando y dirigiendo un proyecto de salud precursor en América y de trascendencia prevista por su talento y confirmada por su labor constante e inteligente durante 40 años.


Aportaciones a la nutrición
En 1955, un centro rural de investigación en Tlaltizapán, Morelos, inició sus actividades con el doctor Joaquín Cravioto quien, al mismo tiempo, asumía la dirección del laboratorio de nutrición del Hospital Infantil de México.

El “Lugar sobre la Tierra Blanca” concretó proyectos iniciados y conocidos genéricamente como “Operación Zacatepec” en el mismo estado de Morelos y por la corta experiencia sobre el desarrollo de 183 niños en Kampala (Uganda), evaluados parcialmente de 1954 a 1956 con la técnica de Gesell. Esta experiencia indujo al doctor Jorge Velasco Alzaga, a la sazón jefe del Departamento de Higiene Mental del Hospital Infantil de México, a emplear la técnica cinematográfica en la prueba de Gesell para documentar la evolución conductual de los niños al explorar el área motriz, la adaptativa, la personal social y el lenguaje.

Desafortunadamente esta técnica filmada se interrumpió pero no se detuvo la investigación, la cual fue continuada con la incorporación de la psicóloga Beatriz Robles, que trabajaba con ese instrumento de medición con el doctor José Peinado Altable para la valoración rutinaria de los niños atendidos en su servicio del Centro Materno Infantil Maximino Ávila Camacho.

El doctor José Peinado Altable fue por años jefe del servicio de Psicología del entonces Instituto Nacional de Audiología de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), conocido desde l968 como Instituto Nacional de la Comunicación Humana, hoy, después de más de 50 años de fructífera labor, inexplicablemente desaparecido.

Este complejo estudio epidemiológico de todos los niños nacidos durante un año de calendario en un poblado rural, con un seguimiento por más de 20 años, con gran número de variables, no fue nunca interrumpido por las ausencias temporales del jefe del proyecto o por los cambios institucionales.

En los años de preparación se enriqueció permanentemente el programa con las nuevas experiencias del doctor Joaquín Cravioto y siempre con estrictos y cuidadosos grupos de control. Un leit motiv del maestro, entre otros igualmente importantes, fue conocer y evaluar para prevenir los efectos nocivos debidos a la desnutrición en el desarrollo mental, la conducta y el aprendizaje.

Este estudio longitudinal único ha sido publicado, a pesar de la abundancia de artículos, de manera parcial en revistas médicas científicas nacionales e internacionales. En síntesis, podría decirse que la desnutrición grave afecta todas las áreas del desarrollo conductual siendo la motriz la menos afectada y la del lenguaje la del mayor retraso evolutivo. Estos resultados estimularon a numerosos investigadores de muchos países en la búsqueda de las consecuencias tardías de la desnutrición temprana; es decir, principalmente durante el primer año de vida.



Trayectoria de Joaquín Cravioto Muñoz

Nació en el seno de una familia liberal cuyos ancestros emigraron de Génova (Italia) hacia 1820. Militaron en las filas de los patriotas que defendieron al país de intervenciones extranjeras desde el siglo XIX y en la Guerra de Reforma en el Ejército de Oriente.

Al terminar la educación primaria, Joaquín ingresó en el Instituto Científico y Literario en Pachuca, hoy Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, institución afín al positivismo liberal que introdujo Gabino Barreda a finales del siglo XIX y principios del XX. La visión de sus maestros acerca de un mundo mejor, necesitado de grandes cambios, lo acercó al nuevo mundo de las Humanidades, de la Ciencia y de las Artes.

Fue el primer lugar en todos los años de la enseñanza media superior. Decidió estudiar medicina, carrera que terminó con honores en 1945 en la Escuela Médico Militar. Poco antes de obtener su título contrajo matrimonio con la señorita María Cristina Quintana O’Farrill, con la que procreó dos hijos: Patricia y Alejandro Cravioto Quintana, quienes han seguido sus enseñanzas. Alejandro fue director de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México dos periodos consecutivos. Patricia, quien tuvo el privilegio de ser su alumna en el Programa de Investigadores en formación en la Torre, llevó durante 15 años (hasta 2007) la Dirección de Investigación Epidemiológica Operativa siguiendo sus enseñanzas en el campo de la metodología de investigación y coordinando las áreas de capacitación, ambas de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

Ya como mayor médico militar, fue enviado en servicio a Monterrey y dos años después fue comisionado por el Ejército Mexicano para cursar una maestría en Ciencias Sanitarias en la Escuela de Higiene de la SSA, hoy Instituto Nacional de Salud Pública. Continuó su preparación y estudió Pediatría en Chicago, en The University of Illinois College of Medicine, con el doctor Henry Poncher, y en Nueva York, con el doctor Emerett Holt, en el Bellevue Medical Center. Aprendió el manejo de los radioisótopos y su utilidad en la investigación clínica. En 1954, en Suecia, en la Universidad de Gotemburgo, asimiló las técnicas para el estudio de las proteínas y a su regreso las estableció en su laboratorio y en la Sala de Nutrición del Hospital Infantil de México.

Su trabajo trascendió la frontera y a finales de los años 50 se hizo cargo de la subjefatura de la División de Nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con sede en Roma. En África, en Ghana y Nigeria, y en América, en Bolivia y Honduras, realizó una serie de importantes trabajos. Aceptó de 1961 a 1964 el nombramiento simultáneo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de director asociado del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP) y de jefe de la División de Salud Pública.

Estuvo atento a los resultados de las investigaciones que sobre la nutrición se hacían en comunidades rurales en la India por J. E. Gordon y, del mismo autor, el estudio del interior de un iglú en el ártico del que demostró tener, para fines epidemiológicos, características tropicales. Realizó acuciosos estudios comunitarios en el altiplano de Guatemala y los adicionó con un enfoque ecológico en la epidemiología de las infecciones y su influencia en la desnutrición. Regresó a México, al Hospital Infantil, del que parecía que nunca había salido, para continuar sus estudios sobre crecimiento y desarrollo y entrar de lleno en su proyecto seminal “El lugar sobre la Tierra Blanca”.

Orientó sus esfuerzos para entender e interpretar los complejos factores socioculturales que determinan los problemas de nutrición en diversas comunidades, trabajos reconocidos al paso del tiempo como clásicos de la literatura pediátrica. Su ininterrumpido trabajo continuó en 1972 en el Hospital del Niño de la Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN). El director general era su fraterno y entrañable amigo, el doctor Eduardo Jurado García; planeó el Instituto Nacional de Perinatología y lo inauguró como director general el 8 de diciembre de 1977.


Fundador y docente
La creatividad del doctor Joaquín Cravioto no se detuvo en la ciencia. Tuvo que planear, construir y equipar un centro de investigación. Concibió y concretó el Instituto Nacional de Ciencias y Tecnología de la Salud del Niño (INCYTAS) que funcionó primero como parte del IMAN y luego, del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), conocido comúnmente como “La Torre”.

Investigadores jóvenes, sin límites en la creatividad y la imaginación, exploraron e inquirieron sobre todos los campos de la medicina pediátrica, incluida una nueva visión de la genética. INCYTAS recibió su nombre después de su muerte.
La enseñanza en la Escuela Médico Militar, la Facultad de Medicina de la UNAM y la Universidad Metropolitana fue para él una obligación ética. También fue profesor de la Universidad de Cornell, de la de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).

La investigación y el ejemplo conducen la otra parte de la vida del doctor Cravioto. En 50 años dirigió y supervisó más de 400 tesis de grado. Fue fundador de la Sociedad Mexicana de Bioquímica y de otras muchas más. Es relevante recordar su membresía en la Academia Nacional de Medicina (en la que fue recibido en 1967), en la Academia Mexicana de Ciencias y en la Academia Mexicana de Pediatría, sólo por mencionar las más importantes.

Más que su actividad societaria, son de recordarse sus conferencias magistrales como: La “Nóbel” de la Academia de Medicina Sueca, la “Atwater” del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América, la “Oración Gopalan” del Instituto de Nutrición de la India, la “Heath-Clark” de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, la “Blackfan” del Hospital de Niños de Boston de la Universidad de Harvard, la “Federico Gómez” del Hospital Infantil de México, la “Miguel Jiménez” de la Academia Nacional de Medicina, la “Miguel Bustamante” de la Escuela de Salud Pública, etcétera.

Es ingente su producción científica que sobrepasa los 200 artículos, capítulos de libros y libros. Por uno de ellos, en colaboración con el doctor R. Arrieta, “Nutrición, desarrollo mental, conducta y aprendizaje”, y tomando en cuenta el grueso de su obra, le otorgaron en España el Premio Reina Sofia.

Fue profesor honorario de la Universidad de Gotemburgo desde 1965 y en 1970, doctor honoris causa por la misma Universidad. El mismo grado le concedió la Universidad de Tufs en Boston. Recibió premios y condecoraciones de la Organización Rank de la Gran Bretaña, la Estrella Polar de Suecia, de la Universidad Católica de Chile, de la Academia de Ciencias Checoslovaca, de la Sociedad Japonesa de Pediatría, etcétera.

Acosado en su propia casa, “la Torre”, que pasó a formar parte del Instituto Nacional de Pediatría, lo acogió el Instituto Nacional de la Comunicación Humana, donde el grupo de Damas Voluntarias construyó un espacio amplio para su biblioteca y su oficina. Lo equipó con libreros, mobiliario, escritorios, computadoras y todo lo necesario para su bienestar y confort. Lo mismo hizo la Universidad Metropolitana, que le confirió el rango de profesor de una cátedra por un año.
A su muerte en 1998, la familia dejó su biblioteca en el Instituto Nacional de la Comunicación Humana, biblioteca cuyo destino es incierto al desaparecer la institución que lo resguardaba.

Los homenajes póstumos no silencian el estruendo ocasionado por la hipocresía del fuego amigo. Ninguno de sus verdaderos amigos y alumnos puede ser engañado, Joaquín Cravioto y su obra sobrevivirán incólumes en la Medicina Mexicana.

Médicos del Centenario VI: Armando Cravioto Flores

Armando Cravioto Flores nació en la Ciudad de México el 15 de junio de 1923 y estudió en la Facultad de Medicina de la UNAM de 1942 a 1948. Fue especialista en Medicina Interna en el Hospital General de la Ciudad de México de 1965 a 2010 y también ejerció la consulta privada de 1948 a 2005.



De 1966 A 1995 fue catedrático en la Facultad de Medicina de la UNAM, impartiendo Introducción a la Clínica en el Hospital General de la Ciudad de México. Se jubiló a principios de 2010, con 44 años de servicio en el Hospital General de la Ciudad de México y 38 años en la UNAM.

Armando Cravioto Flores, hijo de Constantino Cravioto Calva y Magdalena Flores Heras, falleció en la Ciudad de México, el 30 de marzo de 2017.

2 de noviembre de 2010

Adrián Cravioto Leyzaola, 1894-1969

Adrián Cravioto Leyzaola (1894-1969) fue un destacado personaje de la escena nacional. De formación militar, fue un apasionado de la historia y la fotografìa, ejerció el periodismo y la diplomacia, fue catedrático y autor de diversos ensayos sobre relaciones internacionales. Por ser miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en noviembre de 1937 dicha agrupación publicó en su Boletín la biografía sintética de Adrián Cravioto.
Hace algunas semanas me fue proporcionada una copia de la misma y me pareció adecuado darla a conocer junto con un artículo publicado por la revista México en la Cultura. A continuación transcribo ambos documentos.


Adrián Gravioto [sic] Nació en la ciudad de Pachuca, Hidalgo, el 26 de noviembre de 1894. Ingresó al Colegio Militar, de donde salió con el empleo de teniente de Artillería y continuando su carrera militar en el Ejército Constitucionalista ha llegado a obtener el empleo de teniente coronel de Caballería. Ha hecho además estudios, en la Academia del Estado Mayor, en la Escuela Militar Veterinaria y en la Escuela Libre de Homeopatía. Ha sido profesor de varias asignaturas en la Escuela Militar Veterinaria y en el Colegio Militar, donde imparte actualmente la cátedra de “Historia Militar”. Es socio activo [de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística] desde el 23 de abril de 1936 y es además, miembro de otras agrupaciones científicas. Posee entre otras, la medalla del Mérito Militar de 3ª. Clase, las de Perseverancia de 4ª. Y 5ª. clases y una medalla de oro por su Aprovechamiento en la Academia de Estado Mayor. Es autor de algunas obras de carácter educativo militar y colabora en varios periódicos de esta capital, especialmente en la Revista del Ejército. 



Hasta aquí la biografía sintética. La nota de México en la Cultura se publicó en 1969 con motivo del fallecimiento de Adrián Cravioto, junto con el último artículo escrito por él para esa publicación; desafortunadamente éste no está en mi poder.

General e ingeniero Adrián Cravioto Leyzaola
México en la Cultura enluta sus páginas por la muerte de un distinguido compatriota, el general e ingeniero Don Adrián Cravioto, quien falleció el día 22 del pasado mes de julio [de 1969] en la ciudad de México rodeado del cariño de los suyos.  

El artículo, que en esta misma página publicamos es el último de los muchos que él escribió, siempre con el generoso ánimo de exaltar con justicia cuanto de lo humanamente ejemplar ha producido México.

Nació en Pachuca, Hgo., el 26 de noviembre de 1894. Ingresó al Colegio Militar de Chapultepec, saliendo al ejército como subteniente de Infantería; en 1913 pasó a Artillería, continuando su carrera militar en el Ejército Revolucionario Constitucionalista, tomando parte en muy importantes acciones de guerra desde el año 1914, hasta obtener, por servicios y riguroso escalafón, el grado de coronel de Caballería. La lealtad en todos sus aspectos, fue la norma de su vida.

Hizo estudios preparatorios y profesionales en la Escuela Nacional Preparatoria, Colegio Militar, Escuela E. de Artillería, Academia del Estado Mayor, Escuela Médico Militar de Veterinaria, Escuela Libre de Medicina Homeopática, Universidad Nacional, etcétera.

Fue Ingeniero Topógrafo, catedrático de Matemáticas, Ingeniería Sanitaria, Táctica del servicio Veterinario, Geografía General y Especial, Historia Militar, Civismo, Moral Militar, en diversas escuelas profesionales y militares: escribió varias obras de cultura histórica y militar, y numerosos artículos de prensa, conferencias, discursos, etc., algunos de los cuales han sido editados en el extranjero.

Fue jefe de la sección militar del Primer Congreso Nacional de Geografía y Exploraciones Geográficas y delegado por Bolivia y Brasil al Primer Congreso Nacional y Panamericano de la Prensa.

Corresponsal en México de la Revista Militar de Bolivia y director de la sucursal en México de A Capital, Jornal –Magazine- Continental, de Sao Paulo, Brasil. Miembro honorario y correspondiente de las instituciones extranjeras: Centro Intelectual “Aspiazu” de Bolivia; Sociedad Panamericana de Brasil; Ateneo Popular de La Boca, Argentina; Ateneo de El Salvador; Ateneo de Caracas, Venezuela; Ateneo Mexicano; Instituto Sanmartiniano de Buenos Aires, Argentina; Círculo Militar de Bolivia; académico de la International Academy of Washingon, Estados Unidos; fellow de la Andha Research University, de Vizianagram, India Inglesa; American Society of Heraldry, Estados Unidos, etc., además de 14 instituciones científicas y culturales nacionales.

Condecoraciones: comendador de la Orden del Mérito Militar, de Bolivia; oficial de la Orden “Al Mérito” de Ecuador; Orden del “Mérito Policiaco” de primera clase, con distintivo blanco, de Cuba; oficial de la Orden Nacional del Cóndor de los Andes, de Bolivia; Palmas Académicas de la International Academy of Washington, Estados Unidos; Cruz de Bolivia, de Bolivia; Cruz de Honor Académico, de Estados Unidos; Medalla “Sarmiento” de la República Argentina; Key de la Andhra Research University India Inglesa; oficial de la Orden Continental de la Fraternidad de América; insignia de la American Society of Heraldry; Cruz del Mérito Militar, 3ª. clase, de México; Medalla de Oro de primera clase de la Academia de Estado Mayor; Cruz de Lealtad 1920; Medalla de la Educación Pública, de México; Cruces de Perseverancia en el Servicio; insignias de las instituciones culturales extranjeras de nacionales a que pertenece, etc.

Fue presidente fundador de la sección de México de Grupo América, por designación especial hecha por todas las secciones de la institución en el continente, y tercer presidente fundador y canciller de la Orden Nacional de Damián Carmona. Vocal del Consejo Directivo de la Unión Racionalista, secretario general del Instituto Sanmartiniano de México, etc.

La nota parece incompleta, aunque tal vez así se publicó originalmente. No obstante, me gustaría anotar que, entre las obras de Adrián Cravioto figuran Urbanidad y cortesía militares y El libro del soldado de caballería: recopilación de enseñanzas y de experiencias útiles a todos los miembros del ejército (1937), “La paz de América: Ecuador y su derecho”, conferencia pronunciada en el salón de conferencias de la Unión Racionalista de París (rama mexicana) durante la noche del 29 de agosto de 1941; “La paz de América: Guatemala y Belice” (1943) y El premio a la lealtad. Dejó inédita la Historia documental del Heroico Colegio Militar, la cual fue publicada en 2001 por sus hijos, en una edición de tres tomos. Adrián Cravioto Leyzaola fue hijo de Constantino Cravioto Calva y nieto del general Rafael Cravioto y Clotilde Calva.